viernes, 25 de junio de 2010

Pelotas rodando por la selva


Hace un mes decidí volver a mi amada y natural África, con la gran ilusión de que quizás allí vuelva a encontrar a mi querido y perdido banano, cuando de pronto me di con la sorpresa de que estaba invadida por seres de todas partes del mundo, primates de pelo amarillo, de ojos jalados, (a veces una combinación de ambos, lo cual era muy perturbante para mi mente monilla) Esto en primera instancia me molesto, porque ¿cómo rayos iba a encontrar mi banano en medio de tanta gente?
Decidí asomarme a ver qué pasaba, trepe el árbol más alto de todo África y pude ver a un ser rubilinio dando saltos rodeado de sombras que eran más negras que sus propias sombras a ritmo de un sonido que repetía waka waka. Después de estos enloquecidos saltos vi que sobre el suelo verde corrían varios animalillos detrás de un objeto redondo como un coco, pero blanco como la piel de mi banano después de ser desnudado de sus amarillas cascaras, el objeto giraba y giraba, era despejado a puntas pie, lo trataban de mil maneras, pero el objeto era indestructible sobrevivía a todo lo que padecía, lo admire, lo quise para mi, quería meterme en la cabeza que era mi banano pero en bolita. Salte alocado al campo verde en busca de él, corrí y corrí solo escuchaba vuvuzelas que me ensordecían insoportablemente, hasta que lo alcance, lo arrastre por el campo y todos, los 22 animalillos me persiguieron, yo con mi precioso tesoro termine atrapado en unas redes, protegiéndolo de esos 22 monillos, mientras las vuvuzelas pasaban a un segundo plano para escuchar “¡Gol de Eto’o! ¡Camerún 1, Dinamarca 0!” y yo me preguntaba “¡¿Qué le sucedió a mi África Madiba?!”